jueves, 3 de abril de 2014

25-III-2014 Ulleri, Super View Guest House

No hay una buena caminata sin dos momentos fundamentales:
-reflexión vital: ¿por qué carajo estoy haciendo esto? Este pensamiento revelador suele aparecer a mitad de una cuesta, y se intensifica por cada metro que se sube. Si la cuesta está tallada en escalones, podemos llegar a conatos de rebeldía y amagos de plante. Mil metros de escalones me he comido hoy.
-podría estar horas aquí sentada sin hacer nada: una vez pasada por agua, mi ropa y yo, ambas muy necesitadas de ello, debido a nuestro avanzado estado de pestilencia, se experimenta otra revelación divina, o aún mejor, una levitación cercana al nirvana. Justo ahora estoy flotando por encima de este cuaderno (me sentía tradicional después de hacer la colada en el lavadero y he dejado el iPad que ha arrastrado Mr. Dev en la mochila). Que no se entere.
Hoy Soros me ha dado unas lecciones muy prácticas de nepalí. A saber:
  • yamyam, yamyam: vamos, vamos
  • lolo lolo: OK
  • vistarei: esencial si se quiere conservar el corazón y los pulmones. Viene a ser "más lenta, bonita, que no hay prisa", aunque horas más tarde puede traducirse por "estimado señor guía, me va a dar algo, ¿le importa si paramos cada 5 minutos?" Tiene que entender que él no sólo ha nacido en algún pueblo por aquí, en las nubes, sino que lleva más de 20 años dedicado a la noble tarea de guiar entusiastas montañeros y eso tiene que tener algún efecto positivo en su resistencia. Algo más que la que se consigue sentada delante de un ordenador 8 horas al día.
Aún así, hemos llegado demasiado pronto para su gusto, no me ha quedado claro si iba muy rápida o muy vistarei.

Lo del look especial trekking me tiene algo más que mosqueada. Mi mochila fue literalmente registrada por Mingma en Kathmandú: pantalones, calcetines, guantes, gorros, chaquetas, todo tenía que ser superprofesional. En cambio, lo primero que me he encontrado eran un guía y un porteador en vaqueros y zapatillas. Está bien, pienso, quizás ellos no necesitan tanta parafernalia y somos los extranjeros los que nos tenemos que preocupar por esos temas. En cambio, llevo todo el día observando a guiris de medio mundo desfilar, y no recordaba haber visto nunca en el monte semejante variedad, falditas incluidas. En el otro extremo, en el top de la preparación, no podían ser otros: los japoneses. Polainas, guantes y múltiples accesorios en bonitos colorines. También se llevan el premio a los más educados: fácil, porque no había hecho un camino, trekking o monte en el que me encontrase a tanta gente y tan pocos saludasen. Rarísimo, y he estado en varios países en los que he podido saludar en unos 5 o 6 idiomas. Parece que a los alemanes y franceses les hubiesen cortado la lengua de repente.
El hostal se llama Super View... Tendrá que ser mañana al amanecer, porque la super vista del Annapurna hoy tenía nube. Tengo paciencia, le daré otra oportunidad.
La gran conquista del día ha sido ser rescatada del grupito de guiris variados para reunirme con los guías en torno a la estufa de leña. Soros está entendiendo que no vengo a conocer media Escandinavia y parte de Andalucía, y tan sólo cuatro horas después de verme disfrutar de mi soledad en un comedor petado de gente estupenda, seguro que sí, pero ya conocida, me ha rescatado para su círculo local. Hemos repasado mis nociones de nepalí, incluido curie, la palabra con la que se refieren a los extranjeros y se han reído un rato. Encantada con la breve experiencia.
Ahora ya en la habitación de vuelta a la modernidad, tecleo y tecleo en el iPad a la espera de que el personal tengan a bien dar por terminada la velada. Las paredes son finas como cortinas, promete ser una noche de tapones en los oídos.

Nota posterior: hay y que ver cómo cambió mi opinión sobre los guías y los guiris...

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