viernes, 21 de marzo de 2014

Próximo destino: el país de los Himalayas

Este raro, húmedo, caliente y cansino invierno, que nos zarandea con ciclogénesis de viento sur, nos aplasta con días plomizos, tan plomizos que parece que el cielo fuera a caer sobre nuestras cabezas... Pues nada, que me piro. A Nepal. A ver los Annapurnas, a comprobar que Kathmandú existe y no es una invención propia de un libro de aventuras del siglo XIX.

¿Decisión precipitada? Imposible, hay que pensárselo con mucho tiempo de antelación, salvo que ya se esté vacunado para casi todo. En este momento, estoy protegida contra tétanos, tifus, hepatitis A, hepatitis B y meningitis; en mis botiquines de viaje (botiquines en plural, uno facturado y el otro conmigo, por si acaso) tengo antibióticos, antihistamínicos, anti malaria, suero, antidiarreicos, anti mosquitos, antinflamatorios, analgésicos... Y más, todo meticulosamente empaquetado con plástico antigolpes y anti agua. Aunque, en estos momentos, no soy capaz de recordar qué está dónde. Ya aparecerá, mejor no tener que buscarlo.

Los últimos minutos antes de salir para el aeropuerto. Creo que ya me he despedido de casi todos los compañeros, que siguen con su vida y con su porra de fútbol; la mesa, medio recogida; la casa, en estado de extremo caos; los nervios, a tope; la cabeza, llena de montañas...



Annapurna Sur desde el campo base, al amanecer. Imagen propiedad de Wikipedia Commons, espero que, a la vuelta, haya una de mi propiedad.

Ya está casi todo dicho. ¡Nos vemos por el camino!




No hay comentarios:

Publicar un comentario