lunes, 28 de octubre de 2013

Ganbarō, Tōhoku! がんばろう東北!

Han sido cinco intensos y memorables días en Tohoku. Días que en los que he podido conocer a nuevos amigos, pocas cosas abren tanto la mente y el alma, espero que volvamos a vernos muy pronto y esta vez ser yo la que prepare la cena, como excusa para charlar y reír; para descubrir nuevos paisajes, reafirmarme en la idea del Japón rural, de su naturaleza, de sus pueblos, ese otro ritmo ligado a las estaciones, el sol y la luna, a las leyendas de los bosques y los ríos. La sensación es de que ha sido sólo un esbozo, de que necesito ir a cada aldea y a cada casa y hablar con todos ellos, y sentarme a la orilla del río a ver correr el agua, o hacer vida en el onsen y charlar del partido de béisbol mientras el vapor difumina los contornos y se lleva nuestras figuras hasta el cielo estrellado.

Todo esto, en Tōhoku, donde Fudō Myōō 不動明王, el Inamovible, es venerado y su imagen amenazadora nos vigila desde los montes. Al parecer, con la adopción del budismo, los ritos anteriores en la zona de Tōhoku se fusionaron de algún modo, y entre las deidades budistas eligieron al Inamovible, ya que ellos creían en los espíritus de las montañas, y estas no se mueven.

 

 

Tōhoku, donde las huertas y los campos de arroz cuadriculan el mapa; donde hay vendedoras de fruta en la carretera, hay mercados, hay ancianas con sus grandes pañuelones en la cabez, la espalda doblada de tanto trabajar la tierra.

 

Otra gran presencia en Tōhoku, Masamune Date. Su mausoleo, todos los templos que mandó construir, las referencias nos siguen en todo el camino, el fundador de Sendai, el gran daymio, hoy contempla su ciudad desde lo alto, con su casco de media luna, aguantando el tipo mientras turistas extasiados de la emoción se sacan la foto.

 

 

 

 

Masamune era partidario de abrirse a Occidente, aunque tal vez su propósito era más técnico que filosófico, para aprovechar los conocimientos que pudieran serle útiles. En cualquier caso, hoy Sendai está viva y llena de estudiantes y profesores de todas partes del mundo; está animada, hay gente en los restaurantes, tiene las galerías comerciales más altas y más largas de Tōhoku (curioso dato, les encanta recordarlo), osos que se acercan a los parques...

Letrero en Sendai, indicando que se ha visto a un oso cerca de la Universidad

Y Tōhoku me debe un par de montañas, que se diluyeron en la lluvia, así que tendré que volver.

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